En esta tarea se pide comparar los conceptos de tercera cultura del físico y novelista inglés Charles Percy Snow y del editor estadounidense John Brockman. Pero, ¿qué es la tercera cultura? Aunque los significados de cada autor varían en numerosos matices, podemos definir la tercera cultura, a grandes rasgos, como la cultura ubicada entre la científica y la literaria-artística. Aquella que se posiciona, coloquialmente hablando, entre las ciencias y las letras. ¿Es, al igual que las dos anteriores, un compartimento estanco o fruto de la confluencia de ambos campos?
En primer lugar, tenemos la opinión y análisis de Snow. En su obra, "Las dos culturas: Un segundo enfoque", el físico inglés reanaliza lo que ya anunció en la conocida conferencia titulada "Las dos culturas", presentada en 1959. En él se lamentaba y preocupaba acerca de la ruptura en la comunicación existente entre Humanidades y Ciencias, cómo científicos y humanistas están cada vez más aislados. Una brecha que se ha ido ampliando desde la Revolución Científica.
Una dicotomía que va a mayores principalmente debida a la falta de lenguaje, al ejercicio de dos idiomas completamente distintos y que parecen diferenciarse cada vez más. No podemos tolerar que los científicos sientan repulsión por las letras y los humanistas por las ciencias. Ambos campos suponen el germen de la cultura en general, da igual qué adjetivo la acompañe. Si queremos una sociedad completa, necesitamos gente formada en multitud de campos y, aunque no lo estén, por lo menos informada de los mismos y sin la evidente repulsión que existe hoy.
¿Cómo es posible solucionar esto? Tal como indica Snow, a través de la educación. Hoy en día nuestro sistema educativo distingue fuertemente las ciencias de las mal llamadas letras. Desde cuarto de la ESO, en el sistema público español, el estudiantado debe posicionarse en uno de estos campos. Olvidándose y dejándose por el camino materias tan importantes para la comprensión de la Naturaleza como la Física y la Química o la Biología. Y justamente del mismo modo le ocurre a los de ciencias, abandonando en el arcén aquellos conocimientos que le van a permitir tener un conocimiento global de la lengua como es el latín o le ayudarán a mantener un cerebro creativo como son las artes. Y es que todas esas asignaturas que se olvidan, aunque no lo parezca a priori, pueden suponer importantes piezas para su desarrollo profesional y personal.
Pasando ahora a Brockam, en su libro "La tercera cultura: Más allá de la Revolución Científica", presenta la ya existente tercera cultura de Snow. El inglés la planteaba como una cuestión a futuro, pero es que para el estadounidense, cuyo trabajo fue publicado en 1995, la tercera cultura es ya una realidad. Una realidad que, tristemente, lideran los científicos. A día de hoy, la ciencia es portada y, muchas veces, los científicos son los que toman la palabra. Hablamos de investigadores que cada vez más se dedican a la divulgación de su trabajo o de su campo de estudio, pero que han sido capaces de dar el salto a los libros, a las letras. Y no sólo científicos, también tenemos grandes comunicadores, con formación en ciencia, que, aunque no realicen una carrera investigadora, han conseguido abrirse un hueco y contar la ciencia a la sociedad. Unas acciones que están poniendo en detrimento a las letras.
Sólo puedo hablar con fundamento del mundo de la divulgación científica. Llevo muchos años metido en él y, aunque no tengo una formación profesional, he vivido muchas experiencias, conocido a numerosos tipos de divulgadores diferentes y aprendido un poquito de todos ellos. Sin embargo, son muchos menos los casos de divulgadores humanísticos conocidos. Pienso en ellos y como mucho acuden a mi mente seis o siete. Vivimos en un mundo donde la ciencia es la gran protagonista, donde la investigación en letras, los estudios superiores, han quedado relegados para la comunidad investigadora y universitaria, no para el gran público. Mientras los científicos, según Brockman, han conseguido dar el salto a las letras, falta que los humanistas logren repetir la acción. De esta manera, en mi opinión, conseguiremos una verdadera tercera cultura, una cultura que, tal como ocurrió en el Renacimiento, reunió a los grandes intelectuales de la época, dando igual su campo.
Sinceramente, creo que la llegada de la tercera cultura está lejos aún. Es cierto que los científicos se han ido acercando más y más a las letras, ya sea a través de la comunicación de sus resultados para el público general o la escritura de libros de divulgación. Pero todavía muchos se encuentran lejos de este campo. Y en referencia a los humanistas, la situación es la misma, pero mucho más agravada. Y todo esto tiene como solución una reforma del sistema educativo, una educación donde ambos campos no sean divididos ni tan pronto ni de forma tan drástica. Soy profesor de clases particulares y conozco muchos casos de alumnos que, aún siendo más afines a las letras, sienten verdadera curiosidad y amor por la ciencia y viceversa. ¿Por qué permitimos un sistema que acaba con estos deseos?
Comentarios
Publicar un comentario