Vivimos en un mundo que poco a poco está dando pasos hacia una tumba. Pero no hacia una tumba cualquier, hacia nuestra tumba. Y lo peor de todo es que somos nosotros quienes lo están enterrando. El planeta seguirá ahí por muchos milenios, es fuerte, estable y duradero, pero nuestros cambios suponen una auténtica puñalada a nuestra existencia. El aumento de la temperatura global, el deshielo de las grandes masas polares, el correspondiente aumento del nivel del mar, sequía, hambre... Ingredientes necesarios para no tener un agradable futuro.
Cada día más gente está de acuerdo en que la ciencia se estipula como la única salvación antes de que sea demasiado tarde. Debemos recurrir a energías que no emitan gases de efecto invernadero, debemos buscar métodos que nos permitan controlar la temperatura global y muchas cosas más. Todas ellas fruto de la investigación de los denominados científicos. Sin embargo, aunque a priori pueda parecer una tarea fundamental en la que todos deberíamos estar involucrados, el sector científico sigue abarcando multitud de campos, como la exploración espacial. Levantamos nuestra mirada a los cielos para buscar respuestas a cuestiones fundamentales, ¿hay vida más allá de nuestro planeta? ¿Cuál es el origen del Universo? ¿Qué futuro nos espera a grandes escalas? Preguntas que, poco a poco, van perfilándose en el imaginario colectivo como respondidas. Todavía queda, no se sabe cuánto, pero cada día vamos dando pasitos.Entonces, ¿debemos destinar millones de euros a la exploración de nuestro vecindario cósmico mientras el mundo se muere de hambre, mientras la Humanidad se perfila hacia su extinción? Sinceramente, es una pregunta que siempre me genera un gran debate interno cuando se plantea. Soy físico, me metí en este campo por la astrofísica y deseo como todos los de mi campo una respuesta a las cuestiones anteriormente planteadas. La exploración es un ansia primigenia de la consciencia humana. Por alguna razón, dentro de nuestro cerebro, necesitamos saber, necesitamos conocer. Pero a la vez, me considero una persona empática, con la idea de que nuestros descendientes y coetáneos puedan tener un futuro digno. Y, a este paso, poco estamos consiguiendo. La Humanidad sigue demandando mucho más de lo que el planeta le da, los recursos son limitados y el impacto de las grandes corporaciones en busca del máximo beneficio está siendo mortal. No podemos permitirlo, no podemos seguir así. Necesitamos invertir en energías limpias, como la eólica, nuclear o solar, necesitamos cambiar nuestro modo de vida. Adaptarnos a un planeta que ya no soporta más exigencias. Es urgente una mayor inversión en ciencia.
Pero, la verdad, no creo que la respuesta esté en quitar inversiones a otras ramas del conocimiento. ¿Cuánto dinero hay acumulado en los bancos, en las cuentas de millonarios como Jeff Bezos o Amancio Ortega? Personajes que tienen tanto dinero que ni en mil vidas podrían gastarlo todo. Acaparadores que aportan más bien poco a la sociedad que tanto les da. Sé que es difícil en un mundo con un sistema capitalista tan implantado, tan arraigado, pero hay de donde sacar. Si realmente todos vieran esto como la urgencia que es, nuestra ansia de conocimiento no tendría por qué verse mermada. Quizás el futuro esté en una Tierra arreglada, rectificada de la que es hoy, o quizás nos espere más allá de las estrellas. Necesitamos abrir distintos caminos, necesitamos una elección en el futuro.
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