Por ello, investigadores de la Universidad Ramón Llull, han llevado a cabo un interesante estudios sobre la confianza de los usuarios en los distintos medios de comunicación, sobre todo durante ese periodo de tiempo en el que únicamente abandonábamos el hogar para buscar comida o pasear a nuestra mascota. El estudio abarca numerosos ámbitos como la confianza en los medios, las fuentes más consultadas o la fiebre por la desinformación que se extendió durante este tiempo. Los resultados están disponibles en el propio estudio, con las conclusiones correspondientes. Así que vamos a centrarnos en las mismas cuestiones.
La primera de las cuestiones creo que es totalmente válida y lógica para este estudio. Es normal que en un trabajo de investigación así, la primera pregunta sirva para crear un contexto. Si no somos conscientes de la situación que se vivía en relación al objeto de estudio, es muy probable que saquemos conclusiones erróneas. Por lo tanto, antes de entrar en materia, es vital realizar este tipo de preguntas. Obtenido esto, podemos pasar entonces a observar cómo la pandemia cambió los hábitos de consumo, lo que nos dará una idea general de qué ocurrió durante este episodio de nuestra vida.
A partir de aquí nos centramos en los propios medios, en su sesgo ideológico, en la sobreinformación, en las preferencias del usuario... Varias cuestiones que se tratan a través de preguntas generales. Aquí podemos obtener numerosas conclusiones de forma general. En primer lugar, me llama la atención la pregunta del sesgo ideológico. Aunque se supone que en una situación de estas características, la sociedad al completo debería remar en la misma dirección, la ideología sigue predominando sobre gran parte de los espectadores o lectores.
Otra cuestión es la sobreinformación. En un mundo donde la información parecía que se abalanzaba sobre nosotros como una ola gigante, de repente que toda esta fuera monotemática agobió a gran parte de la sociedad. Lo que a su vez creó dos tipos de comportamientos, la gente que todos los días se informaba de la pandemia y aquellos que preferían ignorar la situación. Un comportamiento a medio término entre adicción y abstinencia. Una sobreinformación que me resulta muy curiosa la forma de acceder a ella. Aunque cada vez usamos menos los medios tradicionales a favor de internet, durante la pandemia los más solicitados y los supuestamente más fiables eran justamente estos.
Las preguntas llevadas a cabo durante este estudio no sólo nos permiten ver la situación general antes y después de la pandemia, también nos otorgan una visión de los hábitos de consumo actuales. A pesar de que creemos que estamos en la era de internet en post de la muerte de los medios de comunicación tradicionales, los hábitos hacen al monje y todavía no nos hemos despegado de las grandes ventanas a la actualidad que han sido y son la televisión y los periódicos. Comprender esto, a través de la pandemia, nos permite comprender un poco mejor el mundo en el que vivimos. Las cuestiones realizadas nos muestran una radiografía de una población que se enfrentaba a algo totalmente nuevo, en un mundo paralizado acostumbrado a rodar a velocidades vertiginosas. Una serie de interrogantes que analizan la pre y post pandemia.
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